Conceptos básicos de financiación de proyectos
Hace apenas dos meses publicábamos en nuestro blog un post sobre la financiación y sus nuevas y diversas fórmulas y, con él, hemos recibido una demanda importante de información básica de conceptos y planificación para financiar los proyectos empresariales y de inversión, a lo que vamos a responder comenzando con unas cuestiones básicas.
En primer lugar, diferenciando:
- Financiación ajena o externa.
- Financiación interna: financiación propia y autofinanciación.
La financiación propia proviene de los bolsillos del autónomo, y a veces no es fácil captar recursos o simplemente disponemos de un excedente con el que poner en marcha el proyecto. La autofinanciación es una financiación interna, sin recurrir a otras fuentes más que lo generado en la propia actividad de la empresa, por ejemplo, a través de beneficios no distribuidos. Este tipo de financiación tiene sus ventajas como la reducción del coste, una mayor autonomía, menos trámites…Aunque también alguna desventaja, como el coste de oportunidad.
En cuanto a la financiación externa o ajena, como su nombre indica, son recursos ajenos a la empresa. Obtenemos la financiación, pero a la vez se genera una deuda por la que pagaremos una retribución fija o interés. En el post de febrero mencionábamos diversas fórmulas de financiación externa, la más conocida el crédito o préstamo bancario. Esta vez vamos a centrarnos en la planificación y para ello necesitamos un par de definiciones más:
ASNEF: aunque temido, en sí este término simplemente significa «Asociación nacional de establecimientos financieros de crédito». Claro que, si aparecemos en su conocida lista o fichero de morosos, ya no suena tan bien. No solo los bancos, cada vez más entidades y empresas acuden a estos ficheros para conocer la solvencia de un posible cliente. Hemos de saber que a veces, algo tan común como una pequeña deuda con una compañía telefónica o de seguros bastan para aparecer en ella.
T.A.E.: Tasa anual equivalente o tasa anual efectiva. Esta tasa es la que debemos utilizar para comparar un producto, préstamo o crédito con otro similar (no sería válido si comparamos un hipotecario con uno personal, o uno de tipo fijo con uno de tipo variable). El tipo de interés por sí solo no basta, hemos de pensar en las comisiones y otros gastos que vienen en la letra pequeña. La T.A.E. los contempla y las entidades han de facilitarlo obligatoriamente.
Y ya en materia, entramos en la planificación. En primer lugar, hemos de:
- cuantificar cuánto necesitamos
y, sobre todo,
- para qué.
Financiar mis necesidades de circulante no es lo mismo que adquirir una máquina, el mobiliario y accesorios de una peluquería o construir una nave.
Sabemos ya, por el post anterior, que hay otras fuentes de financiación además de las tradicionales de las entidades de crédito, sin embargo, el cuánto y el para qué siempre han de estar presentes. A veces el producto que me ofrecen puede resultar inicialmente atractivo. Sin embargo, si no soy capaz de generar los recursos y la liquidez necesaria para hacer frente a los pagos derivados de esa financiación, ese producto no es lo que necesito. Sobre todo, en las entidades bancarias y de crédito tradicionales he de tener en cuenta unas reglas que me evitarán algún sobresalto:
- Capacidad de devolución de la deuda.
- Financiación a largo plazo para inmovilizado, activos fijos e importes significativos.
- Financiación a corto plazo para el circulante, de manera que tengamos un equilibrio entre la tesorería, mercancía y créditos a clientes frente a las deudas con vencimiento en el corto plazo (inferior a un año).
Por tanto, no valoremos simplemente la disponibilidad. Nuestro plan financiero ha de encajar con nuestro plan de empresa.
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